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domingo, 27 de enero de 2013

Demente

Caesar Augustus Germanicus, (31 de agosto de 12 – 24 de enero de 41, Roma); hijo de uno de los más destacados generales que tuvo el imperio romano: Julio César Claudiano -mejor conocido como Germánico, por haber pacificado la provincia de Germania- , y de Julia Vipsania Agripina, de ascendencia noble,  fue un emperador romano, conocido también como Cayo César o Calígula y pasó a la historia junto con Cómodo como uno de los más atroces mandatarios de Roma. Le llamaban Calígula, diminutivo en latín de “Caliga” (sandalia o pequeña bota utilizada por los soldados romanos), por el hecho de haber crecido en los campamentos utilizando esta clase de calzado desde su niñez, cuando acompañaba a su padre en sus expediciones militares. 


Según se dice, fue un hombre muy mimado, caprichoso y lunático, con muchos problemas conductuales, con una percepción distorsionada de la realidad y que creció en un ambiente familiar cargado de conjuras, pleitos, chismes, promiscuidad, rencillas entre familiares y ambiciones de poder gestados por su madre Agripina y su abuela Antonia. Tras el destierro de su madre, continuó viviendo con su abuela Antonia; se dice que por ésta educación recibida se puede explicar parte de su educación futura. Se le acusaba de alardear de acostarse con las mujeres de sus súbditos, de matar por pura diversión, de provocar una hambruna al gastar demasiado dinero en la construcción de su puente, y de querer erigir una estatua de sí mismo en el Templo de Jerusalén con el objeto de ser adorado por todos.

Se acusó a Calígula de mantener relaciones incestuosas con sus hermanas; Agripina la Menor, Drusilla y Julia Livilla. También se dijo que las obligó a prostituirse. Además, estos historiadores le acusan de enviar a algunas tropas a efectuar ejercicios militares absurdos, y de convertir el palacio en un burdel. En su juventud ya era propenso al vicio y visitante de prostíbulos y tabernas. Gustaba de acudir a las ejecuciones de condenados.


A pesar de sus comienzos turbios –se rumoreaba que había ahogado al anterior emperador, Tiberio, y asegurado su sucesión haciendo ejecutar al hijo- Calígula gozó de popularidad en un principio. Curiosamente su primer año de mandato se caracterizo por decisiones bien recibidas por todos los sectores, tanto en materia social, económica y de seguridad, sin embargo luego de padecer una severa enfermedad (los síntomas presentados según el relato de los historiadores y el análisis actual de neurocirujanos, indicarían que padeció una severa meningitis) y dados sus continuos ataques epilépticos (característicos de su familia) lo terminaron de convertir en el personaje cruel, despótico, megalomano.

Tras haber recobrado la salud, Calígula ordenó asesinar a varias personas que habían prometido sus vidas a los dioses si el emperador se recuperaba. Forzó a cometer suicidio a aquellos exiliados durante su reinado: su mujer; su suegro, Marco Silano; y su primo, Tiberio Gemelo.

La política de Calígula, marcada por la generosidad y la extravagancia, agotó las reservas financieras del Imperio. Con el objeto de hacer frente a la crisis, Calígula puso en marcha una serie de medidas desesperadas, algunas de las cuales son descritas por los historiadores; como pedir dinero al pueblo en los actos públicos. Estableció nuevos impuestos en los juicios, bodas y prostíbulos, y organizó subastas de venta de gladiadores en los espectáculos. 

Durante su mandato se preocupó más por orgías y diversiones que por todo el imperio. Su caballo "Incitato" también lo acompañaba en estas orgías. Amaba mucho a su caballo y le daba todos los gustos, entre otros intentó nombrarlo senador de Roma otorgándole las rentas necesarias para poder optar al cargo, obsequiándole un pesebre de marfil.

Las cosas con las que se divertía llegaron a ser muy exageradas y atroces en sus últimas épocas. En una oportunidad Calígula buscaba una fuente de dinero que arreglara sus problemas, mandó llamar a todas las mujeres de la alta sociedad romana y las prostituyó, obligándolas además a competir entre sí mismas, pues si no las amenazaba con decapitar (uno de sus vicios predilectos).

El emperador comenzó a realizar sus apariciones públicas vestido de dios y semidiós, como Hércules, Mercurio, Venus y Apolo. Se refería a sí mismo como un dios cuando comparecía ante los senadores, y en ocasiones aparecía en los documentos públicos con el nombre de Júpiter. Fue por esta época cuando empezó a aparecer como un dios ante la plebe.

Por todas estas razones, hubo muchas conspiraciones en su contra, hasta que el comandante de los pretorianos Casio Querea, apoyado por los senadores, lo apuñaló en el pasillo de un teatro en Roma, matándolo, el 24 de enero del año 41 d.C, los pretorianos asesinaron a su mujer Cesonia, y a su hija pequeña le rompieron el cráneo contra un muro de piedra.

A excepción de Plinio el Viejo, todas las fuentes supervivientes describen a Calígula como un loco. Filón de Alejandría, Flavio Josefo y Séneca el Joven describen a Calígula como un demente, pero alegan que esta locura era resultado de los años. Según Séneca, el emperador se transformó en un hombre arrogante, iracundo y grosero tras su ascenso al trono. Josefo piensa que fue el poder el que hizo de Calígula un arrogante, llevándole a creer que era un dios. Por su parte, Filón sostiene que su personalidad experimentó un radical cambio cuando estuvo a punto de morir de una enfermedad. Según Juvenal, el emperador bebió una poción que le hizo volverse loco. Suetonio escribe que Calígula padeció epilepsia cuando era joven. 
Muchos historiadores han defendido que Calígula padecía hipertiroidismo. Este diagnóstico se basa en la irritabilidad y en la «mirada» del emperador, descrita por Plinio el Viejo.

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