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viernes, 18 de enero de 2013

Fraude telefónico

El 14 de enero de 1876, el escocés norteamericano Alexander Graham Bell, patenta el teléfono. Sin embargo mucho se ha hablado en torno a éste invento como uno de los tantos fraudes históricos.

 
El Ingeniero italiano Antonio Meucci es el verdadero inventor del teléfono, como un sistema de transmisión de sonidos a través de cables eléctricos al que llamó: teletrofono o teléfono eléctrico, por lo que Alexander Graham Bell se "robó" la idea de uno de los medios de comunicación más importantes en la historia.

Alrededor del año 1854, Meucci, un inmigrante florentino y de escasos recursos económicos, construyó un teléfono mecánico (no eléctrico) para conectar su oficina con su dormitorio ubicado en el segundo piso, debido al reumatismo de su esposa.

Este ingeniero mecánico  hizo la primera versión de su aparato cuando Bell sólo tenía 2 años. Por desgracia, nunca pudo permitirse los 250 dólares que costaba la patente en Estados Unidos. Tuvo que conformarse con un registro del anuncio de invención en 1871, que costaba sólo 10 dólares anuales. Sin embargo, la constancia de su trabajo se perdió en el olvido cuando no pudo pagar su renovación en 1874. En dicho año presentó su prototipo a la telegráfica Western Union. Durante los dos años siguientes, Alexander Graham Bell estudió el teletrófono de Meucci y en 1876 patentó una versión ligeramente mejorada. Dos años después, el italiano se enteraba que celebraban la "invención" del teléfono por el investigador de origen escocés Graham Bell, patrocinado por la Western Union. 

En ese momento inició una larga batalla legal con la poderosa compañía y aunque en 1887 un tribunal de Nueva York le dio la razón, no pudo reclamar parte de los beneficios económicos del invento ya que su demanda de patente había caducado muchos años antes.

Meucci falleció pobre y amargado en 1889 y jamás vio la gloria y el reconocimiento de su talento, el cual chocó con su escaso conocimiento del inglés y su poca desenvoltura ante las artimañas legales y los ingentes intereses económicos de las grandes corporaciones de Estados Unidos.

Se cree que la usurpación fue reconocida por primera vez en 2002 por el Congreso de los Estados Unidos, pero en realidad la patente de Bell fue anulada por “fraude y falsedad” el 13 de enero de 1887, una sentencia que más tarde confirmó la Corte Suprema de Justicia.

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