7. El cinturón de Hipólita
El noveno trabajo de Heracles fue conseguir para Admete, la hija de Euristeo, el cinturón de oro de Ares que llevaba Hipólita, la reina de las Amazonas.
Las amazonas eran hijas de Ares y la náyade Harmonía, nacidas en los valles de la Acmonia frigia; pero algunos llaman a su madre Afrodita, u Otrere, hija de Ares. Al principio vivían junto al río Amazonio, que ahora lleva el nombre de Tanais, en honor a un hijo de la amazona Lisipe, quien ofendió a Afrodita con su desprecio del matrimonio y su afición a la guerra.
Entonces, como ahora, las amazonas solo reconocían la descendencia materna y Lisipe había dispuesto que los hombres debían realizar todas las tareas domesticas, mientras las mujeres luchaban y gobernaban. En consecuencia rompían los brazos y las piernas de los niños recién nacidos con el fin de incapacitarlos para pelear o viajar. Llevaban arcos de bronce y cortos escudos en forma de media luna; sus yelmos, ropas y ceñidores estaban hechos con pieles de fieras. Lisipe, antes de emprender la lucha, fundó la gran ciudad de Temiscira y venció a todas las tribus hasta el río Tañais. Con el botín de sus campañas erigió templos a Ares y otros a Artemis Tauropola, cuyo culto estableció. Sus descendientes extendieron el imperio amazónico hacia el oeste, hasta Tracia, y en la costa meridional hacia el oeste.
Tres famosas reinas amazonas, Marpesa, Lampado e Hipo, se apoderaron de gran parte del Asia Menor y Siria y fundaron las ciudades de Efeso, Esmirna, Cirene y Mirina. Otras fundaciones de las amazonas son Thiba y Sinope.
El templo de Artemis Efesia, construido posteriormente alrededor de su imagen y al que no iguala en magnificencia ni siquiera el de Apolo en Delfos, figura entre las siete maravillas del mundo; dos arroyos, ambos llamados Seleno y que fluyen en direcciones opuestas, lo rodean. Fue en esa expedicion cuando las amazonas se apoderaron de Troya.
Cuando Heracles fue a visitar a las amazonas todas ellas habian vuelto ya al rio Termodonte y
sus tres ciudades eran gobernadas por Hipolita, Antiope y Melanipa.
Cuando llego a la desembocadura del río Termodonte, Heracles anclo su barco en el puerto de Temiscira, donde Hipolita le hizo una visita y, atraída por su cuerpo musculoso, le ofreció el cinturón de Ares como prenda de amor. Pero entretanto Hera había ido de un lado a otro, disfrazada de amazona, difundiendo el rumor de que aquellos extranjeros se proponían raptar a Hipolita, en vista de lo cual las guerreras, irritadas, montaron en sus caballos y se lanzaron contra el navpio.
Heracles, sospechando una traición, mató a Hipolita inmediatamente, le quitó el cinturón, se apoderó de su hacha y de otras armas y se preparó para defenderse. Dio muerte una tras otra a todas las caudillas de las amazonas y puso en fuga a su ejercito tras una gran matanza.
Algunos dicen, sin embargo, que Melanipa cayó en una emboscada y fue rescatada por Hipolita al precio del cinturón; o viceversa. O que Teseo se apodero de Hipolita y regalo su cinturón a Heracles, quien, en cambio, le permitió hacer a Antiope su esclava. O que Hipolita se negó a dar a Heracles su cinturón y ambos libraron una batalla campal; ella fue derribada de su caballo y el se lanzo sobre ella con la clava en la mano y le ofreció perdonarle la vida, pero Hipolita prefirió morir antes que rendirse. Inclusive se dice que el cinturón pertenecía a una hija de Briareo, el de las Cien Manos.
Cuando volvió por fin a Micenas, Heracles entrego el cinturón a Euristeo, quien se lo dio a Admete. En cuanto al resto del botín tomado a las amazonas, ofrecío sus ricas túnicas al templo de Apolo en Delfos, y el hacha de Hipolita a la reina Onfale, quien la incluyo entre las regalias sagradas de los reyes lidios.
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