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viernes, 11 de enero de 2013

Trabajosamente. Parte IV

4. Capturar al jabalí de Erimanto

El cuarto trabajo impuesto a Heracles consistió en capturar vivo al Jabalí de Erimanto, animal feroz y enorme que frecuentaba las laderas cubiertas de cipreses del monte Erimanto y los matorrales del monte Lampea en Arcadia; y hacía estragos en la región que rodeaba a Psófide. 

Heracles, al pasar por Fóloe en su viaje al Erimanto —donde mató a Sauro, un bandido cruel— fue agasajado por el centauro Folo, hijo de Sileno con una de las ninfas del fresno. Folo sirvió a Heracles carne asada, pero él prefería la cruda y no se atrevió a abrir el cántaro de vino comunal de los centauros hasta que Heracles le recordó que era el mismo cántaro que, cuatro generaciones antes, Dioniso había dejado en la cueva precisamente para aquella ocasión. 

Los centauros se enojaron cuando olieron el vino fuerte. Armados con grandes rocas, abetos desarraigados, teas y hachas de carnicero, irrumpieron en la cueva de Folo. Cuando Folo se ocultó aterrado, Néfele, la abuela nublosa de los centauros, hizo que cayera un fuerte chaparrón que aflojó la cuerda del arco de Heracles y dejó el piso resbaladizo. A pesar de ello Heracles mató a varios centauros, entre ellos a Orio e Hileo. 

Entretanto, Folo, mientras enterraba a sus parientes muertos, extrajo una de las flechas de Heracles y la examinó. «¿Cómo una criatura tan robusta pudo sucumbir por un mero rasguño?», se preguntaba. Pero la flecha se le deslizó de los dedos, le atravesó el pie y lo mató. Inmediatamente Heracles interrumpió la persecución y volvió a Fóloe, donde enterró a Folo con honores extraordinarios al pie de la montaña que había recibido su nombre. 

Heracles partió luego para cazar al jabalí por las orillas del río Erimanto. Apresar con vida a un animal tan salvaje era una tarea de una dificultad extraordinaria; pero él lo desalojó de un matorral con fuertes gritos, le hizo ir a un profundo ventisquero y allí saltó sobre su lomo. Lo ató con cadenas y lo llevó vivo a hombros hasta Micenas; pero cuando supo que los argonautas se reunían para su viaje a Cólquide dejó el jabalí fuera de la plaza del mercado y, en vez de esperar nuevas órdenes de Euristeo, que estaba oculto en su tinaja de bronce, salió con Hilas para unirse a la expedición. No se sabe quién mató al jabalí capturado, pero sus colmillos se conservan en el templo de Apolo en Cumas.

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