Démeter, la diosa griega de la agricultura y los trigales, como su contraparte romana Ceres; tuvo con Zeus una hija llamada Perséfone entre los griegos. Perséfone era considerada la diosa de la primavera.
Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal, Démeter hizo prometer a cada una de las ninfas que cuidarían de Perséfone con su propia vida, y durante mucho tiempo así fue.
Un día en que Hades, guardián del inframundo, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura donde era el hogar de Perséfone. La vio, con toda esa gracia, esa vitalidad y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. Por ende Hades encantó una de esas flores que tanto le gustaban a Perséfone, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada se abrió y la tierra tembló para dar paso al carruaje mortuorio de Hades, quien la raptó y la llevó a su hogar en el inframundo. Las ninfas amigas suyas, comenzaron a gritar en busca de ayuda pero fue inútil.
Perséfone entristecida, vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío, según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste. Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, y más por resignación que por amor, aceptó.
Mientras tanto, Deméter al escuchar a las ninfas gritar, fue en su ayuda, pero al preguntar por Perséfone, éstas no supieron decirle, ya que era mas su angustia que otra cosa. Démeter montó en cólera y convirtió su cuerpo en el cuerpo de un ave, aunque sus rostros y cabeza seguían siendo de mujeres, Démeter les dió la instrucción de no regresar hasta haber encontrado a su hija. Las ninfas emprendieron el vuelo llamando a Perséfone, con sus melodiosas voces.
Démeter buscó a su hija durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella. Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero Perséfone ya se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.
Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer Cerbero guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella. Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, acabaron llegando a un acuerdo con Hades.
Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades (y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión) la mitad del año en que vivían juntos.
Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo.
Pero... no falta algo? ¿Qué pasó con aquellas desgraciadas ninfas que fueron castigadas por Démeter? aaaah pues esa historia será contada mañana, como parte del mito de las sirenas y la diferencia con las nereidas...
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