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sábado, 12 de enero de 2013

El Gran Kourosh

Conocido como Kourosh en persa y como Kouros en griego, Ciro II fue el primer emperador de la dinastía aqueménida llamada así por el jefe Aquemenes. Kouros nació en el 580 a.C. y logró unificar a los dos pueblos más poderosos de la región, los medos y los persas, creado así lo que serían los cimientos del poderoso Imperio Persa.

Notable conquistador, famoso por lograr mantener el control y la hegemonía de uno de los imperios más grandiosos que han existido, Ciro II también es recordado como un gobernante justo y magnánimo que era extremadamente tolerante con los pueblos que conquistaba.

Completada la conquista de Asia Menor, lanzó a sus ejércitos hacia las fronteras orientales, tomando bajo su dominio a Hircania, Partia, Drangiana, Arachosia, Margiana y Bactria. Después de cruzar el río Oxus, construyó pueblos fortificados para que sirvieran como frontera entre su imperio y las tribus de invasores nómadas procedentes de Asia Central. Las victorias de Ciro en el Oriente le dieron el poder suficiente como para pensar en acrecentar su reino hacia el Occidente: Babilonia y Egipto fueron su siguiente objetivo

En el año 539 a.C., los ejércitos de Ciro el Grande, el primer rey de la Persia antigua, conquistaron la ciudad de Babilonia. Liberó a los esclavos, declaró que todas las personas tenían el derecho a escoger su propia religión, y estableció la igualdad racial. Éstos y otros decretos fueron grabados en un cilindro de barro cocido en lenguaje acadio con escritura cuneiforme. Conocido hoy como el Cilindro de Ciro, este documento antiguo ha sido reconocido en la actualidad como el primer documento de los derechos humanos en el mundo. Está traducido en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas y sus disposiciones son análogas a los primeros cuatro artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

No se presentó a si mismo como un conquistador sino como un libertador y el legítimo heredero del imperio babilónico, tomando el título de “Rey de Babilonia” y “Rey del mundo”.Ciro procuró establecer siempre en sus nuevos dominios lo que se conocía como “Paz aqueménica” donde conciliaba los intereses persas con los del pueblo sometido para hacer menos dolorosa y humillante la conquista. Tras la conquista de Babilonia, fue recibido por la comunidad hebrea como su libertador.
Ciro es retratado por historiadores como Jenofonte y Herodoto como un gobernante honesto, un gran líder y un hombre generoso y benevolente. Los helenos, a quienes conquistó, lo llamaban “Dador de leyes” y los hebreos lo consideraban un “Ungido del Señor” un Mesías.

En el sistema de gobierno de Ciro, se designaban sátrapas que lo representaban en cada provincia conquistada y tenían presencia en las decisiones de los gobernantes locales, sobre todo en cuestiones administrativas, legislativas y culturales. De acuerdo a Jenofonte, el primer sistema postal fue su idea para tener comunicadas sus provincias y bajo control a todos sus sátrapas.


En el 530 A.C. tras ungir como “Rey de Babilonia” a su hijo Cambises, partió a combatir a los belicosos escitas. Construyó Cirópolis (Kurushkatha) antes de morir, derrotado por Tomiris, reina de los escitas masagetas.

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